por Jorge Raventos
La negociación de la deuda del Estado con Correo Argentino S.A. en el marco del concurso preventivo de esta empresa privada, se ha convertido en un sorpresivo flanco vulnerable para el gobierno.
Sucede que una fiscal de la Cámara Comercial ha rechazado por abusivo y escandaloso el arreglo al que se avinieron los representantes oficiales. De homologarse el acuerdo, según la fiscal, el Estado sería gravemente perjudicado, por cuanto la empresa se encontraría obteniendo “una condonación de la deuda” por más de 4000 millones de pesos, en valores actuales.
Dato central: el máximo responsable de la empresa privada de marras es Franco Macri, el padre del Presidente.
El precio de la ética
Falta aún cierto tiempo hasta que la Justicia ofrezca un pronunciamiento definitivo acerca de la por ahora controvertida legitimidad del acuerdo. Pero lo que inevitablemente se ha suscitado en un fuerte debate político sobre el caso, ya que no sólo está en juego la preservación del patrimonio público sino el trasfondo ético que estaría involucrado en caso de que se confirme un beneficio indebido .
La coalición Cambiemos ha buscado perfilarse en la política argentina con el signo de la transparencia administrativa. Ese es un requerimiento de la gran mayoría del electorado, y muy principalmente del público propio del oficialismo, razón por la cual las situaciones que lo ponen en duda afectan políticamente al gobierno y a sus socios. Elisa Carrió, que basa su capital político en la administración de condenas y absoluciones morales, ha procurado que algunas opacidades del gobierno no afectaran ese activo propio.
Así, ella denunció de inmediato a la Justicia al titular de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas, cuando el diario La Nación informó que había recibido en su cuenta bancaria en Suiza giros del distribuidor de coimas brasilero Leonardo Meirelles. Frente al caso del acuerdo con Correo Argentino la señora Carrió, de vacaciones en Uruguay, no se ha pronunciado por ahora, pero se verá forzada a hacerlo sencillamente porque es un tópico del que se ha adueñado.
Desde un costado de la UCR (el socio más estructurado del Pro en Cambiemos), el ex vicepresidente Julio Cobos se expresó con cautelosa prevención: “Hay conflicto de intereses y hay que ser sumamente cuidadosos. Hay que tomar los recaudos para que todo sea lo más transparente posible. A pesar de que la Justicia dictamine algo, siempre va a quedar la duda”.
La versión de Aguad
Varias cosas resultan incomprensibles. Una: la negligencia con la que la cumbre del oficialismo afronta estas cuestiones, ya experimentada con el caso Panama Papers y con los señalamientos sobre Gustavo Arribas. Los temas estallan en la prensa sin que haya reacción rápida (mucho menos, acción preventiva) de parte de un gobierno que se precia de manejar los secretos de la comunicación. Una conferencia de prensa para explicar el punto de vista oficial hubiera sido mejor que el silencio de las primeras horas, la improvisación de las siguientes y las operaciones tendientes a devaluar políticamente a la fiscal que denunció el arreglo.
Segundo tema: es inverosímil la conducta del ministro del ramo, Oscar Aguad, que encomendó la confección del acuerdo con la empresa de Franco Macri a un funcionario sin atribuciones y, además, afirma que nunca habló del tema ni con el Presidente ni con el jefe de gabinete Marcos Peña. A un político cordobés astuto como Aguad no podría escapársele el alto voltaje potencial de un acuerdo entre el gobierno de Mauricio Macri y una empresa de su padre. Si realmente menospreció esa circunstancia y realmente es verdad que omitió informar a tiempo a Peña y a Macri, tal vez en la Casa Rosada concluyan que ha perdido la maña política que justificó su designación.
Sea como sea, el gobierno afronta el inicio del año electoral con el contrapeso de este debate y sin haber aclarado totalmente aún la situación de su jefe de inteligencia. Dos goles en contra en el mismo ángulo.
Buen ojo en el exterior
No dejan de ser lamentables estos retrocesos cuando en otros terrenos se advierten avances. Aunque eclipsada por estas noticias, se va dibujando una política exterior que emana menos del formal Palacio San Martín que de la pragmática Casa Rosada.
Mauricio Macri viajó el martes a Brasilia para volver a conversar con Michel Temer. Se han visto tres veces en seis meses. Argentina aspira a fortalecer el últimamente anémico Mercosur, algo que Brasil (con su economía deprimida e institucionalmente frágil) necesita también con urgencia.
Paradójicamente, en un mundo que parece cruzado por fuertes ráfagas proteccionistas, el vigor del bloque sudamericano podría provenir de una mayor audacia aperturista y reformista. De hecho, el presidente argentino propuso que el Mercosur esté preparado para la (postergada) negociación de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y para “todas las que se presenten en el futuro con otros países”.
Macri aludía específicamente a México que, ante la pretensión de la nueva administración de Estados Unidos de cambiar las reglas de juego del Nafta (el acuerdo de libre comercio de América del Norte), puede verse interesado en confraternizar con el Mercosur. El bloque y México tienen el antecedente de acuerdos referidos a la industria automotriz, con más de una década de antigüedad. Si el Nafta se disolviera, casi la mitad de los productos agrícolas norteamericanos de la lista de comercio armonizado verían recargados sus precios en el mercado mexicano: una gran oportunidad para la competitiva industria de alimentos de Argentina y Brasil, que podría arrebatar parte de los 16.000 millones de dólares de exportaciones de alimentos estadounidenses a México. Y esa es sólo una de las puertas que se entreabren.
Macri habló por teléfono con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto y le comunicó que Argentina y el Mercosur están abiertos a cooperar con su país en esta etapa, a la sombra de la presidencia de Donald Trump.
Trump como oportunidad
A diferencia de precipitados pronunciamientos de diplomáticos argentinos durante la campaña electoral estadounidense (la canciller Malcorra y el embajador Martín Lousteau apostaron abiertamente por la luego derrotada Hillary Clinton), esta jugada del presidente Macri no incurre en actitudes trivialmente desafiantes, sino que representa una puntada con nudo: proyecta por la positiva el embrión de un eje latinoamericano basado en intereses mutuos y asentado en la integración productiva que propuso a Brasil durante su encuentro con Temer. Entre los protocolos suscriptos en Brasilia se destaca el que solicita al Banco Interamericano de Desarrollo de estudios de viabilidad para la creación de una agencia para la convergencia regulatoria entre Argentina y Brasil.
Paralelamente, la Casa Rosada intenta encuadrar una relación razonable con Washington. Macri conversó telefónicamente con el vicepresidente de Trump, Michael Pence, y la charla (activada por Gabriela Michetti en reciente viaje a Estados Unidos) tuvo un tono cordial y prometedor.
Otro escenario: en unos días, Macri emprenderá vuelo rumbo a Madrid. España siempre ha sido un inversor importante en Argentina (sus inversiones actuales superan los 8.000 millones de dólares), pero las relaciones se enfriaron después que el gobierno anterior dispuso la expropiación parcial de YPF. Ahora viajan junto a Macri 150 empresarios, preparados para hacer negocios y se espera que firmas españolas apuesten fuerte en el campo energético. Se conoce su interés por las fuentes alternativas de energía.
La visita de Macri, rodeada de signos auspiciosos y preparada con intensidad por el embajador Ramón Puerta, sólo mantiene una nube en el cielo: la amenaza de Telefónica de denunciar al país ante la Organización Mundial de Comercio. La compañía española se queja de que el gobierno argentino cambió por decreto las reglas de juego del mercado de medios y de las nuevas tecnologías de información “en favor de una empresa multimedia como el Grupo Clarín”, al permitirle a éste incorporarse de inmediato al mercado de las telecomunicaciones y ofrecer servicio de 4G,” mientras Telefónica, como otras empresas en situación similar, tendrá que esperar a dar servicio de TV por cable en 2018”. El tema surgirá durante la visita y quizás esté ya en marcha algún mecanismo de compensación.
En fin, otra carta que se trabaja desde el gobierno, particularmente ahora bajo el efecto Trump, es la carta china. El presidente Xi Jinping acaba de aprovechar la oportunidad del cumpleaños de Macri para enviarle un mensaje que no se limita a desearle felicidades: “Atribuyendo suma importancia al desenvolvimiento de los vínculos bilaterales –le dice- estoy dispuesto a trabajar junto con usted para impulsar mayores avances en la asociación estratégica integral entre China y Argentina”. Beijing tiene plena conciencia de que la propensión al aislamiento de Washington abre caminos de mutuo interés para China y para Argentina. Macri visitará la República Popular en mayo.
Los pasos del gobierno en la política exterior son acompañados por la sociedad y también por la oposición responsable. Más allá de ese territorio común, el año electoral suscitará tironeos y conflictos. El gobierno ofrece flancos fáciles cuando renuncia a dar explicaciones oportunas ante temas que le hacen daño. Y comprobará, más temprano que tarde, que la demora en resultados palpables en materia económica no se compensa con el tono de entusiasmo y las apelaciones a la esperanza que recetan sus ideólogos. Hay que decir cuando se necesitan explicaciones. Pero conviene también recordar que “mejor que decir es hacer”.